¡Feliz Dia de San Valentín!


Para celebrar el amor y la amistad este Día de San Valentín, le pedí a David (el protagonista de mi relato Amor en Estéreo) escribir una pequeña carta de amor. Es que, verás, después de conocerlo supe que mi amigo era todo un romántico y que él sería la opción perfecta para hablar de romance en esta fecha tan especial.

Esta pequeña carta de amor va dedicada a las lectoras que amablemente me acompañaron (y a mis compañeras) en la Lectura Conjunta del Club Romance 365. Así que, sin más preámbulo, te muestro lo que David escribió (y si quieres descubrir a quién le dedica su carta, todo lo que debes hacer es echarle un vistazo a la Antología del Día de los Enamorados que hoy se encuentra GRATIS en Amazon).


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¿Qué me hiciste?

Debe tratarse de alguna clase de hechizo, de alguna magia arcana y misteriosa, porque de otra manera no me explico este agujero oscuro y solitario en el que ahora me encuentro, rodeado de silencio, incapaz de conectar con mi arte. 

Solo, y no estoy seguro de que me guste sentirme así.

Escribir siempre me ha resultado sencillo, y solía encontrar en los personajes que escribía la compañía que necesitaba. ¿Ves? Aunque no hubiesen más personas a mi alrededor, no estaba realmente por mi cuenta. Siempre había alguien más. Una presencia reconfortante susurrándome cosas, contándome historias que luego yo le contaría a mis lectores; pero después de escuchar tu voz me resulta imposible encontrar las palabras correctas, o darle sentido a las pocas que me quedan.

Es absurdo. ¿Cómo es que logras tener ese efecto en mí? 

Nunca te he visto, no te conozco. Solo escuché tu voz una vez, y eso fue todo. Es como si alguien hubiese presionado un interruptor, o abierto una puerta. No sé si sea por las cosas que dices, o por las que imagino que callas; no tengo idea si se trata de ese tono melancólico y seductor con el que hablas, o si se trata de estas ganas locas que tengo de probar que te equivocas. Solo tengo claro que mi mente ya no piensa en escribir, sino en planear maneras de provocarte y cambiar esa melancolía por algo más, de descubrir si esa terquedad tuya es solo una pose, y en realidad eres como uno de esos caramelos ácidos que después de un tiempo revelan su lado dulce.

Ese es un plan interesante, ¿verdad? Pero es tan absurdo como mi reacción a tu voz. 

Lo último que imaginé anoche al sintonizar ese podcast era que mi vida cambiaría en un instante, que una pequeña frase, un suspiro y unas cuantas risas susurradas me obsesionarían a este extremo. Pero la vida es más extraña que la ficción algunas veces, y ahora que no puedo escribir, que no tengo nada que decir, solo me queda escuchar y seguir obsesionándome.

Y tal vez la solución no sea tan difícil, ¿sabes? Si los adictos pueden rehabilitarse, yo también debería ser capaz de hacerlo ¿no? Porque a este punto, tu voz es como una droga. Algo que me obsesiona al extremo, que me roba el sueño, la calma y la capacidad de concentrarme en el trabajo. Tal vez cortar el contacto de raíz, antes de que se vuelva un hábito, sea lo que necesite...

Pero, ¿seré capaz de hacerlo? Porque ahora mismo no me tengo mucha confianza.

Lo único que se me ocurre es devolverte el favor, y atormentarte de vuelta. Si voy a vivir en este tormento interminable, pensando en ti mientras la vida continúa y me deja atrás, debería devolverte el favor. Dudo que yo pueda provocarte el mismo efecto que tienes en mi, aunque eso no significa que no pueda a intentarlo, ¿cierto?

¿Ves? Me he vuelto loco. Me has convertido en un demente, que ahora hace planes de venganza y escribe cartas a una desconocida. Pero me tranquiliza y me consuela saber que nunca vas a leerlas, porque de lo contrario mi humillación no conocería límites y ya tengo suficientes problemas en mi vida.

Espero que esta locura termine pronto. Tengo un libro que terminar, una fecha de entrega que cumplir y una vida a la que regresar. Espero que tu condenado podcast solo haya sido un error, que te arrepientas y decidas dejarlo por la paz (y por mi salud mental). 

Sin embargo, si vuelves tras ese micrófono y continúas con esta tortura, tendré que tomar cartas en el asunto. El tiempo dirá qué es lo que va a ocurrir.

Mientras tanto, me despido de ti. 

Hasta que nos volvamos a escuchar,

David.

San Francisco, 14 de Febrero de 2021.

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