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Hace un par de meses un grupo de amigas estábamos conversando de cualquier cosa en nuestro chat grupal, y repentinamente surgió la idea de organizar una antología de relatos navideños. Fue algo muy gracioso, porque normalmente surgen ideas como esta, o algún plan para reunirnos alguna vez para tomarnos un café (algo que es más complicado pues vivimos en diferentes lugares). Sin embargo, esa idea de escribir historias navideñas quedó flotando en el aire, y entre bromas empezamos a lanzar prompts, a decidir locaciones e imaginar personas ficticias haciendo cosas. Era un ejercicio de creatividad. Solo una broma ¿no?
Pues resulta que las cosas se pusieron serias de repente, y ahora esa antología navideña es una realidad.
Todo empezó con un café...
Parte de nuestro ejercicio creativo empezó con una cafetería ficticia, precisamente. Un lugar que fuera, sino un lugar de encuentro, al menos un punto de convergencia para los personajes. Mentalmente nosotras estábamos en ese lugar, tomándonos nuestro café (té o chocolate caliente, según el gusto de cada una), así que empezamos a darle forma. Así nació el Benji's Kite, que aunque no es un lugar real, a veces se siente como si lo fuera; y tras el mostrador de la cafetería apareció Josh, un tipo malhumorado que me invitaba a contar su historia (y que, si no era mucho pedir, también le consiguiera su final feliz).Crear historias cortas, en lo personal, es muy complicado; y lo es porque mi mente no deja de tomar desviaciones, rutas alternas, retornos innecesarios y perderse aunque lleve GPS. Así que para "mantenerme en ruta" tuve que echar mano de todos los trucos que tenía, y hacerme de algunos nuevos. El resultado fue una historia de poco más de diez mil palabras (todavía por encima de la meta, pero no por mucho) en la que conseguí descubrir la razón de su mal humor, y qué hacía falta para cambiarle la cara. Alerta de spoiler: No era una taza de café, aunque eso a veces ayuda.
Mientras escribía mi pequeña historia, sentí la necesidad de revisitar mis películas navideñas favoritas, escuchar música que me transportara a esta temporada (en septiembre/octubre, que fue cuando empezamos a jugar con la idea), y entonces empezó a suceder algo muy curioso.A este punto no estaba segura de que la idea de la antología llegara a concretarse, pero la historia estaba fluyendo. Me dije que, si no la compartía este diciembre, tendría algo sólido con lo que trabajar a largo plazo y quizás el próximo año podría tener una novela completa (50 mil palabras o más). Y mis compañeras debieron sentir la misma magia, porque a finales de noviembre ya teníamos las historias y un plan en marcha. Cada relato es una historia única y especial, cada autora le puso su toque a la temporada más festiva del año, y entre todas llevamos el romance a la ciudad de Filadelfia.
Un viaje virtual
La documentación para estos relatos, aunque fueran cortos, fue muy extensa. La razón es muy sencilla: yo nunca he estado en Filadelfia. A decir verdad, conocía muy poco sobre la ciudad, pero al investigar sobre ella, en especial de las actividades navideñas que la ciudad ofrece, quedé totalmente enamorada.
Gracias a blogs de viaje, recorridos virtuales y los mapas de Google pude recorrer la ciudad, imaginándome cada rincón desde el punto de vista de mis protagonistas. Y al final de la jornada me recompensaba con un café (que, por supuesto, no era del Benji's Kite).
Cuando la magia nos conecta...
Al juntarnos a trabajar los planes referentes a la antología, elegir la portada, el orden de los relatos y todo eso, empecé a comentar ideas en privado con una de mis amigas del grupo.Ya los relatos estaban hechos, así que... qué daño hacía, ¿no?
Pues, esa pequeña tormenta de ideas terminó convirtiéndose en un relato extra y el nacimiento de un seudónimo con el que sellamos nuestra "sociedad".
Con unos cuantos personajes secundarios de los otros relatos, uno que usamos con el permiso de Ondrea Lion (¡¡gracias!!) y otros que quedaron flotando en el aire al terminar la historia que yo escribí, mi amiga Guadalupe y yo nos pusimos manos a la obra.
Unos días después terminábamos una historia titulada "Nos Pertenecemos", y usando nuestras iniciales empezamos a crear nuestro seudónimo en conjunto: G.M. Levin.
¿Un dato curioso? El origen de ese apellido es alemán, que es una fuerte influencia en las tradiciones navideñas de Filadelfia (la ciudad donde ocurren las historias de la antología) y su significado se relaciona con la amistad.
Ahora puedes encontrar nuestra colección de historias en Amazon, y mientras recorres sus páginas puedes tomarte un café (un té, o un chocolate caliente) en el Benji's Kite. Ya me contarás luego qué te han parecido los relatos ;)
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